En las últimas semanas salieron a la luz dos importantes casos de corrupción con varios puntos de contacto. Se trata, por un lado, de los “aportantes truchos” a las campañas electorales de Cambiemos de 2017 en la Provincia de Buenos Aires y, por otro, de los “cuadernos de las coimas” durante la gestión del kirchnerismo. Ambos hechos, de enorme impacto mediático e institucional, reflejan el oscuro sistema de financiación de la política. Pero además -y es donde nos centraremos- hablan de datos. En un caso, del registro de los aportantes a campañas electorales, y en el otro, del apunte del camino de las coimas de empresas al Ministerio de Planificación.
Desde hace ya algunos años los aportes personales a las campañas electorales quedan registrados y dicha información es pública y accesible. Allí se indica quién realizó el aporte, el monto destinado y por qué medio fue hecho el depósito: si fue en efectivo, transferencia bancaria, etc.
Los arquitectos de la maniobra de los aportes truchos en la Provincia de Buenos Aires tomaron dinero en efectivo y construyeron cientos de aportes apócrifos. Tomaron un listado de nombres y apellidos de ciudadanos, algunos afiliados al PRO y otros no, y les asignaron un monto de dinero. El caso saltó a la luz cuando algunas de las personas que no realizaron aportes vieron su nombre en el listado.
¿Qué es lo que diferencia un aporte genuino de uno falso? Si uno lo ve individualmente, aislado, no tiene herramientas para distinguirlos, pero sí si los ve en su conjunto. Así como no podemos saber si una persona es alta o flaca, si es que no la comparamos con otras personas de su misma edad, por ejemplo.
Ernesto Calvo, politólogo y profesor argentino, describe el patrón histórico de los aportes de campaña: cuánto mayor edad tiene el donante, mayor es el monto de su donación. Esto se debe a que mayor edad correlaciona con mayor ingreso y mayor participación política, ambos asociados con donaciones más altas. Esta correlación se observa en elecciones pasadas, tanto en Argentina como en la región.
Andrés Snitcofsky realizó una visualización de datos de los registros de aportes. En un eje se encuentra la edad del donante y en el otro, el monto del aporte. De respetarse el patrón, lo que se observaría sería una nube de puntos con forma de cigarro o elipse sobre una diagonal.
El trabajo de Andrés revela el fraude de manera muy clara: en el caso de Cambiemos, se observa una nube de puntos con forma de bloque rectangular (de aportes en efectivo) que se superpone con esa diagonal de aportes genuinos (mayormente aportes vía transferencia bancaria). Los montos se distribuyen de manera uniforme, cubriendo toda el área y sin tener en cuenta la edad de los aportantes: como si los montos hubiesen sido asignados de manera aleatoria a un listado de nombres.
En la otra vereda, encontramos el trackeo de viajes del chofer del funcionario del Ministerio de Planificación. Escritos a mano en cuadernos, como bitácoras de viaje o reportes de vigilancia. Allí se mezclan las anotaciones de viajes entre las oficinas públicas y las direcciones donde se recogían los bolsos, los montos estimados de las coimas, etc. La justicia argentina utilizó la información escrita en dichos cuadernos como mecanismo para imputar a exfuncionarios y empresarios cuyos nombres quedaron allí registrados.
¿Todo lo escrito en los cuadernos es real? Incluso si toda la información fue escrita por el chofer, ¿cómo dar fe que no se omitió parte de la realidad (algunos viajes) o que se incluyó información falsa (viajes nunca realizados)?
Siempre desde el punto de vista de los datos, en el caso de los aportes de campaña sí contamos con evidencia de elecciones pasadas, en Argentina y en la región, donde emergen las correlaciones entre edad y monto; y es posible apoyarse en esa teoría para detectar casos fuera de la norma. Pero en el caso de los cuadernos, no tenemos registros de acciones similares del pasado. Entonces, los investigadores deberán valerse de información por fuera de ese documento: declaraciones de los imputados, testimonios de empresarios, balances de las empresas, llamados a licitaciones, etc.